jueves, 22 de mayo de 2014

Los primeros de Boise (1886-1900)





Boise 1890

En 1890, la ciudad de Boise tenía poco más de 2.000 habitantes. Aquel año, Lekeitio (3.691) o Gernika (2.900), de donde salen muchos emigrantes, le superaban en población. Asimismo, en 1890, Idaho había sido admitido como estado de la unión (hasta entonces era un territorio), confirmándose Boise como su capital. Durante décadas, la ciudad había sido una etapa más del Oregon Trail, la ruta de las caravanas de emigrantes hacia el Noroeste, y a pesar de esto, estuvo mucho tiempo lejos de la red ferroviaria que unía el Atlántico con el Pacífico. Esto explica, como señalan Douglass y Bilbao que “durante  las décadas de 1880 y de 1890 la amplia región de Winnemucca constituyó el principal destino de la Gran Cuenca para los emigrantes vascos que no se hubiesen decidido por ir a California”(Douglas & Bilbao, 1986: 326). Winnemucca contaba con estación de tren donde podían llegar sin excesivos problemas aquellos que procedían de Nueva York.

Apeadero de Boise

Hasta 1887, Boise no contó con un enlace ferroviario, en este caso con  Nampa y solo  a través de una desviación. Por otro lado, el apeadero del mismo  estaba lejos para los peatones lo que originó numerosas protestas. En 1893, los trenes de la Oregon Short Line llegaron por fin al centro de la ciudad, construyéndose una estación entre las calles Front y 10th. Entonces, ¿qué medios utilizaron los primeros vascos?. José Uberuaga y dos amigo llegaron a pie. Tardaron trece días en atravesar el desierto con un caballo para los tres en el que llevaban provisiones y pertrechos. Los otros lo habrían hecho en diligencia.
Sobre quién fue el primer vasco nativo en instalarse en Boise hay varias teorías. Si fue Juan Domingo Odiaga, de Arropain-Lekeitio, José Uberuaga, de Gizaburuaga, o Narcisa Guarrochena, la esposa de José Gestal, un cocinero gallego. En el caso de Odiaga, el Registro del Consulado de España en San Francisco señala que este último ya era “ganadero” en Boise en 1887. En el mismo registro, se dice que su última vecindad habría sido Lekeitio[1].
Juan Domingo Odiaga, “Txotxo Madalenakua”, nacido en el caserío Madalena de Arropain-Lekeitio el 8 de marzo de 1869, habría sido el primer vasco nativo que se instaló en Boise en 1887. El 12 diciembre de 1896, Odiaga inició los trámites para su naturalización ante el juez Kingsley del tribunal de Boise (Idaho Daily Statesman, 1896-12-13). Finalmente, la ciudadanía le fue concedida el 28 de octubre de 1905.
En 1899 viajó a Lekeitio para casarse. Lo hizo el 13 de septiembre de aquel mismo año con Paula Fresnedo. Tuvieron cinco hijos: Paula, María, José, Avelina y Pía.
En 1908, se reunieron con él su esposa y sus dos hijas mayores que hasta entonces vivían en casa de la abuela materna en Durango. Viajaron en La Savoie con José y Pia Navarro, y sus sobrinos María y Félix Eiguren y Julio Mendia, José y Felipa Uberuaga y sus hijas María y Blanca, y siete lekeitiarrak más. La familia se instaló entonces  en Bruneau, en el condado de Owyhee.
En 1911, era ovejero en Boise. Entre 1912 y 1916, fue socio del doctor “Doc” Harry Sylvester Bettis,  el primer dentista que abrió consulta en la capital de Idaho, en el Rancho Cover Flat. En 1916, vendió sus rebaños y su parte en el rancho a Valentín Barinaga de Markina que había trabajando para él durante ocho años. Volvió a Lekeitio con su familia instalándose en el caserío familiar de Arropain. En 1928, su hijo mayor José, nacido en Bruneau, Owyhee, el 27 de enero de 1909, regresó a Estados Unidos, instalándose en Boise. La guerra civil le sorprendió en Lekeitio. En  agosto de 1937 salió para Estados Unidos. En 1942, se incorporó al Ejército americano en Nueva York.

Narcisa Guarrochena

Por lo que se refiere a Narcisa Guarrochena, según el censo que se consulte, habría llegado a Estados Unidos acompañando a su marido en 1886 o 1887. En la necrológica del Idaho Statesman, se habla de 1887. Es decir, podría ser la primera. Su marido,  José Gestal,  había nacido en Santa Inés, La Coruña, el 5 de junio de 1853. Fue marinero y cocinero en grandes vapores hasta que llegó a Boise. En 1882, se casó con Narcisa y, juntos, emigraron a Estados Unidos.  Entonces se dedicó al negocio hostelero. Tuvo un pequeño restaurante en la esquina de las calles Idaho y 8ª y, en 1891, abrió un nuevo local, el Spanish Restaurant,  en Idaho Street, entre las calles 7ª y 8ª que, además, ofrecía habitaciones (nueve habitaciones de un total de once). La prensa de Idaho le consideraba como “un artista en la cocina” y “uno de los mejores cocineros de la ciudad!” (Idaho Statesman, 1891-10-16). Hoy sabemos que, por lo menos, había un huésped vasco aquel año de 1891: Víctor Guisasola que, aunque nacido en Amorebieta, residía con su esposa en Lekeitio. Había llegado a Boise en 1889 e hizo varios viajes al viejo país. En uno de ellos,  en 1899, se había casado en Lekeitio con Josefa Achabal.
En julio de 1894, los Gestal anunciaban que traspasaban el restaurante a W.H. Davison, mientras que ellos abrían una floristería en la esquina de Idaho Street y Warm Springs Avenue (Idaho Statesman, 1894-07-01).  Fue la primera floristería de Boise: Boise City Green Houses. Tuvieron dos hijos, Manuel y Narcisa. José falleció en Boise en mayo de 1916 y Narcisa en noviembre de 1928.


Junto a Odiaga y Guarrochena quien se disputa el primer puesto en cuento a su llegada a Boise es  Jose Uberuaga “Arotza”, nacido en Gizaburuaga el 17 de marzo de 1865. En los censos de 1920 y 1930 aparece como llegado en 1890, sin embargo según el censos de 1900, habría llegado en 1882 y en el de  1910, en 1880. Vivió un tiempo en Reno, Nevada, hasta que, junto a dos amigos, decidió ir a Boise. Tardaron trece días en atravesar el desierto a pie, con un caballo para los tres en el que llevaban provisiones y pertrechos. Trabajaron un tiempo en la construcción del alcantarillado de la ciudad. En 1893, en sociedad con su primo Luis Yturraspe, de Lekeitio, llegado pocos meses antes, compró el City Restaurant & lodging house (hotel) a Russ Luark. Para seguir la tradición, Arotza compró un rebaño de carneros al que dedicaba gran parte de su tiempo. Acabó convirtiéndose en  un destacado ovejero en el condado de Ada.
Se casó con Felipa Guarrochena, de Durango (Felipa tiene el mismo apellido que Narcisa). Tuvo cuatro hijos: Blanche, Marie, Joe y Rose. En 1920/1940, residía en Boise (517, Bannock Street). Falleció en Boise el 10 de febrero de 1942 y fue enterrado dos días más tarde. 

Luis Yturraspe

Louis Yturraspe Uberuaga,  nacido en Lekeitio el 22 de enero de 1870, llegó a Estados Unidos el 22 de marzo de 1893. Durante un tiempo fue socio de su primo en el City Restaurant de Boise, aunque pronto se fue a Jordan Valley.
Aún no había acabado el siglo XIX cuando los pioneros, originarios  del Valle de Aulestia, abrieron los dos primeros hoteles vascos (ostatuak) de Boise y todo el estado de Idaho: el City Restaurant (popularmente conocido como “Basco Restaurant”, 1893) y el Oregon Hotel (1900).

La 9th street de Idaho a finales del siglo XIX

En diciembre de 1893, Joe Uberuaga “Arotza”, en sociedad con su primo Luis Yturraspe, de Lekeitio, llegado pocos meses antes, compró el City Restaurant & lodging house (hotel) en la 116 N 9th St de Boise a Russ Luark. comenzaron a regentar el negocio a partir del 1 de enero de 1894 (Idaho Statesman, 1893-12-31). También alquilaba habitaciones, y casi desde el primer momento se convirtió en centro de atracción de los vascos de la región. Costaba lo mismo una comida que una cama: 25 centavos en cada caso.


Desde 1895, su restaurante servía la comida a los detenidos en la cárcel local (Idaho Statesman, 1895-08-06). A partir de 1900, Uberuaga figura como único manager (Boise City Directory 1900). Este último año (1900), estaban alojados en la pensión Blas Tellería (llegado en 1896), Ambrosio Alegría (de Berriatua) (1898), José Uberuaga (1892), Juan Bengoechea (Aulestia) (1892) y José (Luis) Odiaga (Amoroto) (1898) (US Federal Census, Boise, 1900). Salvo Tellería, nacido en Gipuzkoa, los demás son originarios del mismo rincón Bizkaia. Luego, desde 1903, regentó el Star Rooming House que contaba con su propio frontón. hasta que se lo traspasó a Frank “Zapatero” Aguirre (que estaba casado con una lekeitiarra).

Oregon Short Line Railroad Station, Boise

El año 1900, Antón Azcuenaga compró con dos socios más el Oregon Hotel. Estaba en la esquina de la Novena y Front. Según Jerónima Echeverria “su selección del emplazamiento era lógico, y seguramente el ideal, porque en aquel tiempo el Oregon Short Line Railroad dejaba a sus pasajeros justo al otro lado de la calle frente al hotel” (J.Echeverria: 168).
Durante los últimos veinte años del siglo XIX, no vivieron en la ciudad más de diez vascos al mismo tiempo si hacemos caso al Censo de 1900 y a los City Directories de los años precedentes (el censo de 1890 fue destruido en un incendio). Por otro lado, los días de la guerra hispano-americana (25 de abril-10 de diciembre de 1898) fueron especialmente duros para los vascos que residían en las ciudades y núcleo urbanos. Al fervor patriótico, se une el hecho de que, por ejemplo, Boise había enviado un batallón a combatir a Filipinas.





[1] Consulado General de San Francisco. Matrícula de españoles, 1893-1915: 28-03-1904.


William Douglass & Jon Bilbao, Amerikanuak. Los vascos en el Nuevo Mundo, Bilbao (1986): Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco.
J.Echevarria, Home Away from Home: A history of the Basque Boarding House, Reno (1999): University of Nevada Press.

lunes, 28 de octubre de 2013

Euzko Etxea de Nueva York (1913-2013): los fundadores




Elías Aguirre

AGUIRRE ESQUIVEL, Elías (1879-1946)

Nacido en Busturia, Bizkaia, el 16 de julio de 1879. Hijo de Ignacio Aguirre y Josefa Esquivel. Antes de emigrar, era carpintero. También navegó en mercantes.  Llegó a Nueva York a bordo del Montevideo procedente de Barcelona el 11 de julio de 1907. Dio como referencia la de su hermano Valentín en el 41 de Cherry. Tras un tiempo en la ciudad, pensó en probar suerte en el Oeste. En 1910, trabajaba en una mina de cuarzo en Calaveras, California.  Dos año más tarde, estaba de vuelta en Nueva York. En 1913, se convirtió en una de los fundadores del Centro Vasco-Americano. En 1918, trabajaba para la BRG como engrasador (marino) en Brooklyn. Residía en el 41 de Cherry St. En 1930, estaba empleado como bombero en un hotel de Manhattan. Aquel año, tenía su domicilio en 84 de Madison St. En 1942, lo había contratado su hermano Valentín en el Jai Alai.  Aquel año vivía en Brooklyn (9 Woodrow Court). En 1917 se casó con Ceferina Orube (nacida en Busturia, llegada en 1917). Era padre de Beatriz, Peter y John. Falleció en diciembre de 1946.

Juan Cruz Aguirre

AGUIRRE OTAZUA, Juan Cruz “John” (1878-1959)

Nacido en Arrieta, Bizkaia el 3 de mayo de 1878.  Había residido en Liverpool donde se hizo maquinista En 1901 estaba embarcado como donkeyman en el Ashden, un vapor con registro galés que se dedicaba al transporte de carbón. Llegó en 1902. Vivió sucesivamente en el 14 de Cherry St , en el 106 de Roosevelt y en el 48 de Cherry. En 1909, solicitó su naturalización. En 1918/1942, trabajaba como maquinista para Interboro Rapid Transit/City of New York Fundador. Casado con Josefina Lezamiz (n. Busturia). Padre de Joseph, Elisa,  John y  Lillian. Con ellos vivía Tony Barben (que había quedado huérfano). En 1909, solicitó su naturalización. Falleció en 1959.


AGUIRRE ESQUIVEL, Valentín (1872-1953)

Cuando murió Valentín Aguirre el diario Abc publicó una necrológica firmada nada menos que por el diplomático y dramaturgo Enrique Llovet con el título Ha muerto un emigrante (Abc, 21-02-1953). Pero, no fue el único periódico que dio tal noticia. La prensa vasca de América dedicó amplios espacios al suceso. Jesús de Galíndez le dedicó un cálido y emocionado artículo. Un que vasco también se convirtió un personaje de novela. Es “don Alfredo Arana” en la narración de Nea Colton “The Rivers are frozen”.
Nacido en Busturia, Bizkaia el 15 de diciembre de 1872. Era el cuarto de los ocho hijos del matrimonio formado por Ignacio Aguirre, de Arrieta,  y Josefa Esquivel, de Murueta. Con tan solo diez años se embarcó como grumete en los barcos de Larrinaga Lines y, de está forma, comenzó a conocer mundo. Llegó por primera vez a Nueva York procedente de Liverpool el 24 de diciembre de 1888. “Saltó del barco” junto a otro joven paisano, Florencio Iturraspe (Eturaspe), de Elantxobe. Siguió navegando y dicen que incluso trabajó en un ingenio azucarero en Cuba. Según Llovet para demostrar que sus brazos eran tan fuertes como los de un negro. En 1895, se asentó definitivamente en Nueva York. En los primeros tiempos de Estados Unidos, trabajó como descargador de muelles, transportista, minero,… En uno de los censos aparece como “Monte Sollube” (US Census 1900), que debía ser su apodo en aquellos días. En 1897 pasó el Civil Service Exam lo que le permitió trabajar en los barcos de la New York City Boats. Durante unos años, trabajó como fogonero en los Staten Island Ferries que unían Manhattan con Staten Island.
Combatió como voluntario del Ejército americano en la guerra de Cuba por lo que fue condecorado. Durante toda su vida recibió un subsidio anual de quince dólares por aquello(Jaume Miravitlles, Don Valentín, el hombre que se hizo a sí mismo, La Nación, 3-1-1966).
Llegó el momento de casarse y, a través de un amigo, pidió matrimonio a Benita Orbe, una joven de su pueblo a quien había conocido poco antes. Benita llegó a Nueva York a bordo del Campania procedente de Liverpool el 9 de junio de 1900. Viajaba con dos marinos vascos, Lorenzo Alegría y Francisco Bilbao. Se casaron el 23 de abril de 1901 en la Saint Joachin Church (26 Roosevelt Street), una parroquia italiana con dependencias en Roosevelt (Saint Rocco Chapel) y Cherry (Madonna Day Nursery).
Fueron padres de Lucía (1902-1989), Antonia (1905-1989), Tomás (19-05-1908/17-04-1963), Valentina (1910-1972), John (1912-1995), Peter (1913-1978), Anita (1915-1999) y Mary (1917). En su petition of naturalisation (de septiembre de 1902), figura como marino mercante, residente en el 91 de Cherry Street (la pensión de Beobide). Por cierto, como testigo firma otro marino vasco, Juan Alcorta.
Con su esposa, hacia 1909, abrió La Casa Vizcaína, en el 14-16 de Cherry street,  una pensión muy popular que tuvo varios emplazamientos siempre en la misma calle. Aquí nacieron, además, algunos de sus hijos: Valentina, John, Peter, Anita y Mary. Lucy, la mayor nación en Oak Street, Antonia, en Bizkaia y Tomás en Water St. Desde el primer momento, Benita destacó como una cocinera extraordinaria. Posteriormente, en 1917,  figuraba, además, como titular del Hotel Español, Keller, en el 385 de West Street. Para entonces (desde los tiempos de La Casa Vizcaina), ya era “agente de las principales compañía de vapores trasatlánticas y costeros”. A principios de los 1920, se trasladaron al número 82 de Bank Street.
Ese año, en 1917, la familia se trasladó a Brooklyn, fijando su hogar en el  213 de la calle 52. En 1925, se instalaron definitivamente en el 457 de Ovington Avenue, que, en 2013, seguía siendo la casa referencial.
En el 82 de Bank Street, Valentín y Benita Aguirre regentaron el Hotel Santa Lucía, el Restaurante Jai Alai, una agencia de viajes y de información de empleo. Fue una empresa familiar. Con él, estaban sus tres hijos varones y su hermano Elías. Más tarde, se sumó su yerno Juan Zabalandicoechea (John Zabal) y, posteriormente, su otro yerno, Juan Arguiarro.
Además de los familiares, muchos de los empleados de Valentín Aguirre era vascos. Pedro Arana, de Mundaka,  trabajó en La Casa Vizcaína, en el Hotel Español y en el Santa Lucía. En 1917, Valentín le envío a Pamplona a cobrar una deuda de 2.775 dólares que le debía Martín Larraya,  un agente de la emigración (Carta de Valentín Aguirre a Martín Larraya, New York, June, 4th, 1917).  Manuel Achabal fue maìtre en el Santa Lucía. Daniel Echevarria, de Kanala, y Blas Echave, de Gernika, fueron jefes de cocina del Jai Alai. El primero, montó su propio restaurante, El Caserío. El segundo falleció mientras estaba trabajando.
La agencia de Valentín Aguirre se había convertido en un auténtico banco. Gestionaba letras de cambio, órdenes de pago y transferencias, giros, cambio de moneda,… Era, además, sucursal de American Express. En su caja fuerte se guardaban ahorros de emigrantes, del Este y del Oeste. De mineros, pastores, marinos. Todos los depósitos fueron garantizados, incluso en los días de la Gran Depresión. Las intervenciones de Aguirre era de todo tipo.
En 1917, Luis Bengoechea Alzola, aunque nacido en Boise, residía en Lekeitio, Bizkaia. Ante la posibilidad de que fuese reclutado por el Ejército español, su madre decidió enviarle a Mountain Home donde vivía su tío. En el primer viaje fue deportado. El jóven se había gastado el dinero de la fianza antes de embarcar. Para el segundo intento, la madre envió la cantidad necesaria  a Valentín Aguirre que se encargó de todo. Ya no hubo problemas.
Carmen Barañano había emigrado a México con su esposo  e hijos, sin embargo, el marido falleció durante los sucesos revolucionarios de 1910. Se instaló en Nueva York y al cabo de un tiempo, tomó en traspaso una tienda de ultramarinos en la calle 14, naciendo así Casa Moneo. Valentín Aguirre le prestó el dinero para arrancar el negocio, como había hecho con tantos otros. Los Moneo le delvolvieron pronto el préstamo.
Al estallar la guerra civil española, la principal preocupación de Aguirre fue la de poner a salvo a su hija Valentina y a sus nietas que vivían en Gorliz. Por su condición de ciudadana americana,  fue evacuada junto a las pequeñas, de 18 y 7 meses, respectivamente, llegando a Nueva York a bordo del Champlain procedente de Le Havre el 21 de agosto de 1936. Sin embargo, su marido, Juan Arguiarro, estaba preso tras haber capturado los franquistas su barco. Tras un año en la cárcel, con la ayuda de unos amigos, logró fugarse y, tras permanecer escondido en el sótano de la iglesia de Santa María de Donostia, pasó a san Juan de Luz. De allí se fue a Nueva York. Quedó retenido en Ellis Island de donde le sacó su suegro.
Valentín Aguirre estaba especialmente sensibilizado ante la tragedia de la guerra civil. Participó activamente en el Comité Pro-Euzkadi y colaboró con el Grupo Vasco de las Sociedades Hispanas Confederadas. Pero, hizo más. Según cuenta Nea Colton en su novela, tenía siempre reservada una mesa de su Jai Alai  para cualquier refugiado que entrase.
Cuando, en 1938, llegó a Nueva York la Delegación del Gobierno Vasco, Valentín Aguirre se convirtió un colaborador fundamental de la misma, sobre todo, para relacionarse con las comunidades vascas en aquel país. Y, así, su yerno, John Zabal, acompañó a Antón Irala y a Manu Sota en la gira que ambos hicieron por los estados del Oeste.
Valentín hizo una especial amistad con Manu Sota. Cuándo este último se quedo solo en la Delegación, comía todos los días en el Jai Alai, en la mesa reservada. Fue Sota quien le presentó a Indalecio Prieto. Este último, que acababa de fundar la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE), pidió a Aguirre que se encargase, en un primer momento,  de la gestión de los pasajes de los refugiados que querían abandonar Europa. El responsable de estas operaciones fue su yerno John Zabal. Posteriormente, la agencia de Valentín Aguirre realizó nuevas gestiones para la JARE. Una de las últimas fue la venta en Cuba del “Vita”, el famoso yate que llevó fondos de la República a México.
Cuando el presidente vasco exiliado, José Antonio Aguirre,  llegó a Nueva York en 1941, a una de las primeras personas que conoció fue Valentín Aguirre. Enseguida congeniaron
Valentín Aguirre falleció el 30 de enero de 1953. Su sepelio fue una gran manifestación vasca[1]. En funeral fue oficiado por su amigo el sacerdote Teodoro Olazarán. Más de cincuenta automóviles se alinearon en Brooklyn para seguir el cortejo hasta el cementerio Calvary (Calvario) donde reposa para siempre.


Euzko Deya: 357, París, 1-III-1953.
Enrique Llovet, “Ha muerto un emigrante”, Abc, Madrid, 21 de febrero de 1953.
Jaume Miravitlles, Don Valentín, el hombre que se hizo a sí mismo, La Nación, 3-1-1966
Germán M. De Iñurrategi, “Valentin Aguirre”, Euzko Deya, México: 131, abril 1951
Jesus de Galíndez, “Valentín Aguirre ha muerto”, Euzko Deya, México: 153, feb. 1953
Vivian Kramer, Greenwich Village Cookbook, New York (1969): Fairchild Publications.




[1] Euzko Deya: 357, París, 1-III-1953.

José Altuna “Giputz”

ALTUNA SANTO DOMINGO, José Miguel “Joseph” “Giputz” (1892-1976)

Nacido Arrasate, Gipuzkoa, el 26 de septiembre de 1892. Hijo de Laureano y de Ángela. Antes de emigrar, residía en Bilbao. Siendo un muchacho trabajó en una charcutería en Bilbao. Luego, embarcó como bombero marino. En Bilbao conoció y se enamoró de Teresa Urquidi, de Markina, que estaba de criada en el Convento de las Carmelitas de esta ciudad. Antes de emigrar, prometió a Teresa que enviaría a buscarla en cuanto ahorrase el dinero suficiente. Y así fue. Se casaron en la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, en la calle 14. Llegó a Nueva York a bordo del New York procedente de Cherburgo el 22 de agosto de 1911. Viajaba con su primo Sebastián Arambarri (n. Mendata). Ambos dieron como referencia la de su hermano Toribio Altuna.  En 1915, inició los trámites para su naturalización. Ese año tenía su domicilio en el 67 de Cherry St. En 1917, solicitó la nacionalidad firmaron como testigos Toribio Altuna y Peter Fernandez. En 1930, residía en Manhattan (James Street). Trabajó como bombero, engrasador,… Durante cincuenta años, trabajó para la New York Transportation System. Gracias a su empleo, disponía de un pase que le permitía viajar de forma gratuita por toda la ciudad. Y así se convirtió en el recolector de cuotas lo que permitió al Centro  gozar de una situación económica saneada. Casado con Teresa Urquidi (n. Markina) a quien había conocido antes de emigrar, era padre de Mary, Juanita, Nicolás, Laureano, John, Teresa, Lucy y Mercedes. Falleció en Brooklyn en mayo de 1976.

Toribio Altuna

ALTUNA SANTO DOMINGO, Toribio (1890-1981)

Nacido en Arrasate, Gipuzkoa, el 16 de abril de 1890. Hijo de Laureano y de Ángela. Llegó a Nueva York a bordo de La Provence procedente de Le Havre el 11 de marzo de 1910.  Dio como referencia la del “friend” Valeriano Bilbao en Brooklyn. Viajaba con Silvestre Goicoechea de Gamiz (que le doblaba en edad) que era primo de V. Bilbao. Era bombero marino. En 1924, residía en el 14-16 de Cherry St.  En  1940/1942, estaba empleado en el Bellevue Hospital.  En 1910, inició los trámites para su naturalización. En 1917, solicitó la nacionalidad. Estaba avalado por dos vascos José Arazosa y John (Juan Cruz) Aguirre. Casado con Ángela Goicoechea hermana de Silvestre, era padre de Justa, Juan y Ángel. Toribio tocaba el piano y el acordeon. Falleció en Suffolk, NY, en agosto de 1981.


Estanislao Beobide

BEOBIDE GONDRA, Estanislao (1869-1936)

Nacido en Elantxobe, Bizkaia, 7 de mayo de 1869. Su padre era capitán de la Marina Mercante. Embarcó con once años como grumete (cabin boy), llegando a jefe de Máquinas en los barcos de Moore Mac Cormack y de  la  Ward Lines. Llegó a Nueva York el 10 de agosto de 1887. Era engrasador & mecánico naval. En 1900, solicitó su naturalización.  Aquel año tenía su residencia en el 91 de Cherry St. En 1910, residía con su familia en Catherine Street. Posteriormente, vivía en James St. Desembarcó hacia 1924 empleándose en el Hotel Belleclaire. Consiguió la licencia de stationary engineer. En 1927, fue contratado para encargarse del sistema de calefección de la mansión del la señora Andrew Carnegie en el 91 St. En 1930, la familia se había instalado en Brooklyn.  Casado con Vicenta Bermeosolo era padre de Lino, Josefina, Elsie y Elias. Falleció en 1936

Gabriel Elustondo

ELUSTONDO ERQUIAGA, Gabriel (1886-1952)

Nacido en Ea, Bizkaia el 14 de enero de 1886. Hijo de Juan Bautista y de Micaela. Llegó en 1903.  En un primer momento, se instaló en Filadelfia. En 1925, trabajaba como bombero en una fábrica. Posteriormente, se empleó como ingeniero de mantenimiento en el Temple Bar Building en Brooklyn.  En 1925/1940, vivía en Atlantic Av. (Brooklyn) donde también regentaban una pensión. Destacó por su dedicación a los vascos con problemas: a los enfermos, a quienes tenían necesidades en casa a los hospitalizados. No importaba donde estuviesen: en cualquier parte de la ciudad, en Ellis Island o en Long Island. En 1912, se casó en Filadelfia con Segunda Gainza (n. Gernika). Padre de Félix, Carmen, Emilio y Cipriano. Falleció en 1952.

Guillermo Garay

GARAY, Guillermo “William” (1885-1952)

Nacido en Arrieta, Bizkaia, el 10 de marzo de 1885. Marino mercante (engrasador). Trabajó un tiempo en Cardiff, Pais de Gales. Llegó a Nueva York a bordo del Vassari procedente de Buenos Aires el 16 de abril de 1916. Utilizó el nombre de “Narciso Iturbe”. En 1918, residía en el 56 de Cherry St (la pensión de Peter  Maruri) En 1918-1942, trabajaba en la Interborough Transit Co. Residía en Brooklyn (880 New York Av.). Casado con Vicenta Falleció en 1952.

Nicolás Luzuriaga

LUZURIAGA, Nicolás (1887-1967)

Nacido Los Arcos,  Nafarroa, el 12 de junio de 1887. Marino mercante (bombero). Llegó en 1910. Estuvo un tiempo embarcado en los correos que hacían la ruta a Nueva York. En 1930-1940, fue bombero de edificios. En ese tiempo vivía en James Street, en la misma que su cuñado José Altuna “Giputz”. En 1942, era superintendente de bomberos. Sentía tanta nostalgia de su tierra que encargó a Pedro Toja –que iba de visita a Euskadi- que le trajese un puñado de tierra de Los Arcos. Y así lo hizo. Además el alcalde certificó por escrito que la tierra era auténtica. Residía en Nueva York (75 Roosevelt St.). Casado con Mary Altuna (n. Arrasate). Padre de Felipe, Laureano, Jack  Nicolás y Mary.  Falleció en Nueva York en julio de 1967. Fue enterrado con el saquito de tierra navarra.

Juan Orbe

ORBE, Juan  (Bautista) (1885-1931)

Nacido en Busturia, Bizkaia, el 29 de abril de 1885. Hijo de Andrés y de María Josefa Mandiola. Era el hermano pequeño de Benita, la esposa de Valentín Aguirre. Llegó a Galveston a bordo del Serra procedente de Bilbao el 20 de agosto de 1902. En 1916, era el portero de La Casa Vizcaina. En 1918, trabajaba como barman para Patrick Rierman en Roosevelt St. Desde 1920, era propietario de un bar-restaurante el en 41 de Cherry Street. Casado con Juana Aizpurua (n.Busturia), era padre de Andrés, José, Luis,  Carmen y Frank.  Falleció a causa de la tuberculosis en 1931.

Escolástico Uriona

URIONA CALZADA, Escolástico

Emilia Doyaga le considera como “guía y mentor intelectual de los hombres que se reunían en el sótano de una casa en Water Street para discutir la creación de un Centro Vasco”. Nacido en Busturia, Bizkaia, el 10 de febrero de 1870. Hijo de Ramón y de Gabina. En 1890, Uriona residía en La Habana donde trabajaba en la industria tabaquera y donde cumplió el servicio militar[1]. Como su hermano Amalio, trabajó un tiempo en una fábrica de tabaco en Tampa, Florida. También estuvo en Nueva York, aunque poco después regresó a Tampa.
En Florida, vivió con su hermano Amalio que se había casado con Aurora Nosty, una astur-cubana, hija de otro obrero tabaquero. Allí frecuentaba el Centro Asturiano fundado en 1902, institución que, desde 1905, contaba con un Sanatorio propio. En junio de 1908, Escolástico Uriona fue elegido tesorero de la Sociedad de Socorros Mutuos de Rezagadores de Tampa (Diario de Tampa, 1908-06-26). Su paso por Florida le sirvió para acumular experiencias para la puesta en marcha de una institución similar para los vascos de Nueva York. La ausencia de Uriona y la marcha de Elías Aguirre a California frenó el proyecto durante un tiempo.
Uriona regresó a Nueva York y, en 1920, residía en la pensión de Gerardo Moscoso en el número 53 de Irving Place. En el establecimiento, se alojaban otro cigarreros (cigar makers)gallegos y, sobre todo, asturianos.
Uriona vino de Tampa con nueva ideas, así que comenzaron a reunirse de nuevo. Esta vez en el café que Benito Uruburu tenía en James Street (James y Churh Streets) En 1913, Uriona fue elegido primer presidente del Centro Vasco. La primera sede del Centro estuvo en Hamilton Street(con salida a Catherine), en una tienda que habían alquilado. Repitió en el cargo en otras dos ocasiones, 1922 y 1925. Sin embargo, no pudo cumplir el último mandato. En 1926, se produjo lo que el diario La Prensa calificó de “golpe de estado”. La Junta de Uriona fue sustituida por un “directorio” encabezado por John Zabal, el yerno de Valentín Aguirre (La Prensa, 1926-09-13). Uriona se desvinculó entonces del Centro Vasco-Americano, regresando a San Bartolomé, Busturia, donde construyó una hermosa casa. Allí falleció. Había perdido toda relación con Nueva York.


URUBURU VIDECHEA, Tiburcio “Tomás” (1883-1941)

Fundador. Nacido en Forua, Bizkaia, el 14 de abril de 1883. Hijo de Martin Ignacio y de Paula. Salió de Liverpool a bordo del Cedric rumbo a Nueva York el 10 de febrero de 1904. Llegó el 20 de febrero. Viajaba con su primo Marcelino Uruburu y los hermanos Ambrosio y Francisco Aralucea. Dio como referencia la de su hermano Benito en el 91 de Cherry St.   Trabajó como bombero en un remolcador (tugboat). En 1918, estaba embarcado como engrasador en los barcos de la Standard Oil en Nueva York. Residía en Brooklyn. Posteriormente estuvo empleado en una fábrica. Casado con Julia. Padre de Soledad (Sally) y de Julia. Falleció el 2 de marzo de  1941.


YTURRASPE, Florencio “Lawrence” (Eturaspe)

Nacido en Elantxobe, Bizkaia, el 23 de febrero de 1873.  Hijo de José Antonio y de Tiburcia Echandia. Llegó en 1888, trabajando en el mismo barco que Valentín Aguirre. En 1896, se casó con “Genevieve” (n. Mundaka). Tuvieron diez hijos. El 1900-1920, era bombero. Vivió en Oliver y en Roosevelt St. En 1925, trabajaba como jefe de máquinas en el Iselin Building, en Wall Street. Su hijo Dionisio, tras un tiempo navegando, ingresó en la policía de la ciudad de Nueva York.
          
http://www.eldiariony.com/Especial/article/20130618/Un-policia-vasco-de-pura-cepa


[1] Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, Año III: 78: 9-04-1890.

viernes, 16 de agosto de 2013

Vascos en ‘National Geographic Magazine'




   El 10 de enero de 1888 tenía lugar la reunión fundacional de la National Geographic Society. Fue elegido presidente el abogado Gardiner Greene Hubbard que contribuyó a financiar los experimentos relacionados con el teléfono de Alexander Graham Bell. En el grupo de fundadores geólogos como John Wesley Powell, exploradores como Adolfus Washington Greely. También ese mismo año, el 1 de octubre, aparecía el primer número de la famosa revista.
   Se viven los años de grandes aventuras: la travesía del polo, el nacimiento de la aeronáutica, la búsqueda de pueblos y civilizaciones perdidos y todo ello tendrá eco en la publicación. Como soporte, además de historias bien cuidadas, excelentes ilustraciones, sobre todo  fotografías. Se puede seguir la historia de este arte a través de la National Geographic Magazine.
    Los vascos, como tema, no aparecerán en la revista hasta bien entrado este siglo. A partir de 1922, con The Land of the Basques, se inicia una serie de magníficos trabajos, bien sobre el país, bien sobre los pastores del Oeste americano, gracias esto último a la pluma del hijo de uno de ellos, Robert Laxalt. Este es un recorrido a través de setenta y cinco años de relación entre la National Geographic Magazine y los vascos, comparando paisajes o localizando a aquellos que había hecho de improvisados modelos.


   En su número de enero de 1922, la National Geographic Magazine publicaba el primero de sus reportajes dedicado a los vascos, The land of the Basques.  Su autor, Harry McBride había llegado a Euzkadi, en 1920, en el co­rreo Barcelona-Bilbao. Su relato, ilustrado con 23 foto­grafías, aparece en la prestigiosa revista bajo el sub­título: “Hogar de un Pueblo Frugal, Pintores­co que se enorgullece de llamarse 'Los Yankis de España’”.
   McBride compara el País Vasco con regio­nes norteamericanas: «Las provincias vascas -montañosas, industriales y modernas- son la New England de España... Bilbao, con sus 100.000 almas, la ciudad más populosa y el se­gundo puerto de España... es el Pittsburgh in­dustrial de la península». “‘El Puente Transbordador’ de la ría se asemeja al de Duluth, jun­to al Lago Superior”.
   Los bilbaínos de McBride simpatizan con la causa americana: “En 1897, los astilleros de Bilbao construyeron un crucero que, meses más tarde seria destruido... en Santiago de Cu­ba. Pregunté a un aldeano vasco:
“-Qué pensasteis cuando el crucero zarpó del Nervión hacia Cuba para luchar contra norteamericanos?.
-Bueno, hombre  -me respondió-, ya, preparábamos para atar el hatillo y marchar nuestra nueva colonia al norte de México... aventuró a decir,
-Supongo que los Yankees no son muy populares en estas partes...
- ¿Por qué no? Gran favor hicisteis a España al quitarle Cuba y las Filipinas -ruedas de molino en nuestros cuellos-”.
“ Tal es la opinión general... Sin colonias, la nación tiene más oportunidad de desarrollo”,  comenta McBride.
   A Mac Bride, Bilbao le llama poderosamente la atención: «El Nervión, cruzado por varios puentes or­namentados, divide a Bilbao en dos partes casi iguales... La parte vieja, de calles tan estrechas que el tráfico de ruedas sólo pasa por dos o tres. Y al otro lado, la nueva ciudad, con su an­cha Gran Vía y otras muchas avenidas con ár­boles. El Arenal es el centro de la ciudad. Aquí, la gente pasea mientras la banda militar toca música de ocasión.  El Arenal es también el centro de la vida de café, con sillas y me­sas... El camarero, en mangas de camisa y con delantal blanco recibe siempre la misma orden: 'Café, muy negro. Un anís. Y los dominós'... Después de una hora o dos en el café, (el bilbaíno) se apresura hacia el teatro (el Arriaga es uno de los mejores teatros de España)... és­ta es otra diversión en que las mujeres partici­pan poco con excepción de 'los días de mo­da’... Compra una butaca para la sesión de las diez, que dura hasta pasada la media noche. Es casi al amanecer cuando la ciudad des­cansa...”.
   La amanecida marca al viajero: “... dos incidentes ocurren cada mañana y que son únicos de Bilbao... Número uno. Los anguleros apagan sus lámparas. Son pescado­res que desde media noche se han dedicado a una forma peculiar del arte de pesca. Cogen angulas... Esta delicadeza habita en el Nervión y se la recoge en las rocas del muelle, cuando las luces de los anguleros las atraen a sus re­des... Número dos. Los gritos de las cargado­ras del muelle, descalzas y malvestidas. Debo mencionar que Bilbao es el puerto más impor­tante de España, después de Barcelona, y debe su prominencia al gran tráfico de hierro que se recoge de sus minas y de las cargas de que llegan de Newcastle  con destino a tantas factorías vascas”.
   Mac Bride da muestra de notable erudición: “A lo largo del Nervión, entre la ciudad y  el mar, se hallan los depósitos de hierro más famosos del mundo. Ya se los conocía en la Edad Media. Escritores de la época isabelina, llamaron 'bilbo' al espadín, y el mismo Shakespeare, en 'Las Alegres Comadres de Windsor', hace decir a su Falstaff: 'Acompasado como buen bilbo...”.
   Con el hierro de las minas bilbaínas,  se hacía espadas en Inglaterra: “... se escuchan explosiones de dinamita.  Estas son las minas. De muchas de ellas cuelgan, extendiéndose por millas a través de aire, cables paralelos. Por ellos, suben y bajan las cestas que descargan el mineral rojo en la ría. De las minas al desembarcadero en la ría”.
   Luego, habla de Portugalete, con sus casas abalconadas y “encantadora iglesia gótica”. Las Arenas “moderna villa que se ha hecho centro veraniego popular. Aquí el Club Marítimo se alza sobre el puerto, donde los jóvenes bilbaínos van cada tarde a beber chocolate, bailar y jugar a ‘caballitos’”.
   Pero, el baile que más atrae a Mac Bride es el aurresku: “es la gran danza vasca. Me ha fascinado esta baile que se parece un poco a la marzurka polaca... El aurresku es un conjunto de movimientos intrincados de pies, cuerpo y brazos, aún los dedos tienen su parte... Los danzantes parecen hablar con sus pies”.
    Al norteamericano le llaman la atención los deportes, quizás exagerando un poco: “...jugadores de pelota desde que nacen. El gran juego vasco es la pelota, tan democrático y popular como lo es el juego nacional del ‘baseball’ en América”. Y junto a los pelotaris, los aizkolaris y barrenadores (hoy, deporte totalmente extinguido).
   Aquel primer reportaje fue ilustrado nada menos que por Manuel Torcida, de la Casa Lux, de Bilbao. Por cierto que Torcida es el único fotógrafo vasco, aunque de origen asturiano, que ha ilustrado en The National Geographic un reportaje sobre Euskal Herria. Resulta, por otro lado, un ejercicio apasionante, ver como evolucionan paisajes y gentes: la Ría a su paso por la Peña, tipos vascos, llama la atención la corrida de toros en Dima, la iglesia de Begoña, el Puente Colgante, la rivera de Erandio con el monte Serantes al fondo, maceros de la Diputación, El palacio de Allende-Salazar en Gernika, hoy desaparecido, del que se conservan algunos restos, una esquina y el escudo de armas de los Allende-Salazar que se ha colocado en otro lugar,  la cruz de Krutziaga, la playa de San Sebastián... Hay algo que sorprende en este primer reportaje: la introducción de fotos de Cantabria, los Picos de Europa y Asturias, de autores distintos, que no tenía un sentido especial aquí. Begoña Torcida es la nieta de nuestro fotógrafo.
   The National Geographic Magazine elige para ilustrar el reportaje a quien podemos considerar como mejor fotógrafo vasco de su tiempo y quizá uno de los más relevantes de Europa, colaborador estrecho de los hermanos Lumiére.
   En 1924, se publica un reportaje fotográfico de Robert Moore, titulado  “A skyline drive in the Pyrenees”. Se trata de un recorrido de Este a Oeste a lo largo de la cordillera. Entre las fotografías, algunas muy notables de una kabalkada en Hosta. Moore pasa por Mauleon, Saint Jean-pied-de Port. Luego, Luhossoa, Cambo-les-Bains y otros pueblos “de nombres extraños”. Hasta llegar a San Juan de Luz.
   Van a pasar veinticinco años antes de que la National Geographic publique un nuevo reportaje sobre vascos. En esta ocasión se trata de una magnífica colección de fotos sobre la caza con red en las palomeras de Sara. La autora es una mujer, Irene Bourdett-Scougall, y lo titula  Pigeon Netting-Sport of Basques (National Geographic - September 1949, Vol. 96, No. 3). En realidad era más conocida por su nombre de casada Scou Rose-Smith. 
   En 1954, la National Geographic publica el primer gran reportaje sobre los vascos. Cuarenta páginas con textos de John Nolan y fotografías de Justin Locke. Se habla de los vasco  de ambas vertientes de los Pirineos. De la lengua, de los deportes, de las brujas, de la decoración, de los encierros de Pamplona, del trabajo,... Recuerdan como Lafayette salió del puerto de Pasajes rumbo a América... En ella reportaje, realizado en pleno franquismo, se nos indica que “los pasaportes” están estrictamente controlados.
    La fotografías en color de Locke van recorriendo paisajes y tipos. Un grupo de muchachas danzan en Anzuola, dos viejos arrantzales sonríen ante la cámara en Motrico. Elanchove y las rederas llaman la atención al fotógrafo. Un carro de bueyes en la entrada de Salinas de Leniz. Otro carro en Zaldivia. El pequeño se llama Andrés y su padre, José Manuel. El padre ha muerto y el niño es un hombre entrado en años que sigue trabajando en el campo.
   Y, cómo no, los dantzaris. Los de las fotografías, que ejecutan la godalet dantza, pertenecen al Grupo Oldarra de Biarritz. De nuevo a la costa. Ondarroa. Las regatas de traineras de la Concha y el magnífico esfuerzo de los remeros. Las dos caras de la moneda: el triunfo de Orio y la derrota de Zarauz en medio del agotamiento de ambas tripulaciones, Las magníficas casas del siglo XVII de Senpere y los caseríos labortanos, fabricantes de cestas para jugar a pelota o las fiestas de Zarauz completan el trabajo.



   En las tres décadas siguientes será Robert Laxalt, el gran escritor vasco-americano, autor del celebrado Sweet Promised Land, sobre la vida de su padre, el zuberotarra Dominika Laxalt, el responsable de la mayor parte de los textos. El primero está firmado en 1966 y lo titula Centinelas solitarios del Oeste americano. Es, sin duda, uno de los mejores reportajes que jamás se hayan escrito sobre los pastores vascos en Estados Unidos. Con Laxalt, además, la lengua vasca, el euskara, entra en The National Geographic.
   El artículo de Laxalt comienza con una referencia a un recuerdo de su padre: Oroitzen naiz mendi horiek ardiez betetzialarik (Recuerdo el día en que esa montañas estaban llenas de ovejas): Dominika Laxalt se refería a la Sierra Nevada. El viejo pastor zuberotarra es parte esencial del artículo. La mayor parte de las fotos son obra de William Belknap.
   Junto a un estudio de la presencia vasca en el Oeste de Estados Unidos, Robert Laxalt va contando historias. Algunas tristes, como la del viejo Joanes, que soñaba con el regreso y se arruinó dos veces. Una,  debido a la quiebra de un banco; la otra, porque le robaron en San Francisco. O la de Peio, a quien la soledad de las montañas de Nevada le volvió loco. Dicen que no pudo soportar la nostalgia a pesar de que los vascos eran empleados para trabajar en soledad.
    Cuando Laxalt escribe su reportaje seguían llegando pastores vascos a Estados Unidos. Uno de los reclutadores era otro vasco-americano de Nevada, Charles Iriart, que rodó las famosas películas. Y, cómo no, referencias a los hoteles vascos, o a las mujeres que seguían a los maridos o hermanos, trabajando como cocineras en los ranchos o como camareras en los hoteles y restaurantes vascos.
    En el artículo, se hace referencia a lo que el escritor llama “exuberante festival vasco”. Se reproducen algunas fotografías del Festival Nacional Vasco de Elko. Treinta años más tarde, esta ciudad del norte de Nevada sigue siendo una de las sedes del festival que cada año reúne a cientos de vascos llegados de todos los rincones de la Unión.
   En el número de agosto de 1968, Laxalt publica La tierra de los antiguos vascos. Se trata de una larga crónica de su viaje a la tierra de sus padres, ilustrada con fotografías de William Albert Allard. Para entonces, había pasado allí dos períodos de un año cada uno. El texto comienza describiendo un día de caza en la que Robert Laxalt acompaña a su primo Bertrand en la palomera de Lecumberry en la Baja Navarra. El escritor transcribe el texto de una vieja canción:

Urtzo churia, urtzu churia
Errani zaddak othoiegina
Nundat buruz houndonen.

   Laxalt, que vivió con toda su familia en Saint-Jean-Pied-de-Port, se entusiasma con las aguas blancas del Laurhibar, con el verde intenso de Behorleguy, con el color rojo intenso de los tejados. Está en el límite con Soule, donde “nació mi padre”.
   De las montañas baja a las costa: desde un Bilbao en pleno auge industrial hasta San Juan de Luz. Se entrevista gentes diversas: desde pastores, hasta banqueros como el barón de Güell.
   Las fotografías de Allard van recorriendo tópicos: los viejos campesinos que siguen utilizando el asno, las palomeras y sus cazadores, las casas compactas del pueblo de Ezkurra, en torno a la iglesia y al frontón, la vendimie en Irouleguy, una boda en Saint Jean Pied-de-Port, una tormenta en Donostia, los jugadores de cesta punta, las pruebas de bueyes, las peleas de carneros, el cortejo del Corpus Christie en la Baja Navarra, los increíbles dantzaris de Zuberoa interpretando, de nuevo, la godalet dantza, una jota en San Sebastián, el antiguo puerto pesquero de San Juan de Luz, el mercado de Saint-Jean Pied-de-Port, los pastores conduciendo el ganado entre la niebla.
    En diciembre de 1974, Robert Laxalt volvía a National Geographic con  The Enduring Pyrenees. Se trata , como en el de 1924, de un recorrido de Este a Oeste por los Pirineos, desde el Mediterráneo al Golfo de Bizkaia. En la parte vasca, dedica una especial atención a Biarritz, lugar de veraneo de reyes y príncipes. A la Selva de Irati, tan cercana a su casa vasca de Garazi. A los pottokak, especie en vías de extinción a la que Paul Dutournier trataba de proteger. En Senpere conoce el escritor la historia de Pierre de Lancre, el sanguinario inquisidor, que persiguió a las brujas de Labourd. Enlaza luego los cultos precristianos y el paganismo en la capilla de La Magdalena, sobre Tardets. Y, cómo no, los contrabandistas y su código secreto. Uno de ellos le confesó que “para ser un buen contrabandista se necesitaban piernas fuertes y ligeras, ojos y oídos de gato y, desde luego, una conciencia elástica”. Los contrabandistas que conoció Laxalt se dedicaban al paso de ganado caballar. De allí, a celebrar los sanfermines a Pamplona.
     En 1985, la National Geographic Magazine dedicaba la portada de su número de julio a los balleneros vascos. Artículos de James A.Tuck,  Robert Grenier y Robert Laxat se completaban con una serie de fotografías de Bill Curtsinger y una serie de magníficas ilustraciones de Richard Schlecht. El motivo era el descubrimiento en Labrador de un ballenero vasco, el San  Juan. La presencia vasca en aquellas latitudes se remonta a los albores del siglo XVI.
   En noviembre de 1995 aparecía el último de los grandes reportajes. Con textos de Thomas J.Abercrombie y fotografías de Joanna B.Pineo, se titulaba “Los vascos: la primera familia de Europa”. La evolución del país y de sus gentes resulta evidente. También de las técnicas y estilos fotográficos: las boinas rojas del alarde de San Marcial, la playa de Donostia, uno de los temas recurrentes de los fotógrafos de la National Geographic, los pastores y, como contraste más llamativo, una peluquería juvenil en Bilbao.
   A lo largo de 75 años, los fotógrafos de la National Geographic Society habían ido retratando los cambios de una sociedad que a pesar de todo ha logrado mantener costumbres y tradiciones.