lunes, 17 de junio de 2013

La Cultura Vasca en el Exilio: Nueva York (I)


La guerra civil española de 1936-1939 llevó a Nueva York a un pequeño grupo de exiliados en su mayoría profesores universitarios. Este es el caso de Pedro Carrasco, Gloria Giner de los Rios, José López Rey, Fernando de los Rios, Félix Martí Ibáñez, Alfredo Mendizabal (New School for Social Research), Hernán Poza,…[1] También se asentaron artistas como Esteban Vicente, Lucio López-Rey, Fernando Teixidor,…[2] Por lo que se refiere a los vascos, en un primer momento, destaca un colectivo relacionado con la Delegación Vasca. Manu Sota, Jon Bilbao, José Antonio Agirre y, más tarde, José de Galindez o Yon Oñatibia.

Manu de la Sota (1945)

El nombre más destacado del exilio cultural vasco en Nueva York fue Manu de la Sota. Hijo del naviero Ramón de la Sota, había estudiado derecho en las Universidades de Salamanca y Cambrigde. Destacó siempre en el mundo de la cultura: impulsor del teatro popular vasco fue uno de los editores de la revista Hermes. En Madrid, se relacionó con los escritores de la llamada “generación del 27” y colaboró en la Revista de Occidente, Litoral o La Gaceta Literaria. Fue miembro correspondiente de la Academia de la Lengua Vasca. Gran aficionado al deporte, fundó la revista Pyrenaica y fue presidente del Athletic Club de Bilbao.
Al estallar la guerra, Manu de la Sota organizó diferentes actos propagandísticos en torno al futbol. Así nació el equipo Euzkadi pensado como selección nacional vasca. En abril de 1937, el equipo formado por grandes jugadores vascos inició una gira por Europa para recaudar fondos. En agosto de ese año, el presidente le encargó preparar un grupo musical y de danzas, naciendo así Eresoinka[3].
En 1938, el presidente vasco le envió a Estados Unidos para gestionar actuaciones tanto del equipo de futbol como de Eresoinka. Sin embargo tras el viaje del titular, Antón de Irala, a Francia, Manu Sota tuvo que hacerse cargo de la delegación[4].
A principios de 1939, Manu de la Sota fundaba en Nueva York la Basque Cultural Society, y, dentro de ella, además, se creó un Grupo de Jóvenes Vascos[5]. Poco después, se consolidaba la BCS, presidida por Martitegui, un vasco-americano de segunda generación. Las primeras actividades fueron la formación de un grupo de danzas y la creación de una biblioteca de temas vascos[6].
En los años de la Segunda Guerra Mundial, la Delegación Vasca en Nueva York y, sobre todo, Manu Sota, insiste en la acción cultural:

“A mis tareas de la Delegación se une el que estoy dando todos los sábados un ciclo de conferencias en el Centro Vasco sobre Historia Vasca, y para ello tengo que andar revolviendo libros en la biblioteca pública (una de las legítimas maravillas del mundo), lo que me lleva mucho tiempo. Pero estas tareas me llenan de satisfacción, porque a nuestros compatriotas de aquí, sumidos en ignorancia patria, les estoy descubriendo un extraordinario mundo vasco que ellos desconocían[7]”.

Tras el regreso de Anton de Irala a la Delegación de Nueva York en 1942, aún sin abandonar todas sus actividades en la representación vasca, Sota va a dedicarse más intensamente a la actividad cultural. Entre ese año y 1945, fue profesor de Derecho comparado en la escuela libre de Altos Estudios de Nueva York. Dirigió asimismo la revista Basques.



Resumen de su experiencia neoyorquina fue la novela Yanki hirsutus, conversaciones sin importancia sobre los habitantes del nuevo mundo anglosajón  publicada por la Editorial Sudamericana de Buenos Aires en 1949[8], una visión del mundo americano con mucha carga irónica. El libro es la crónica del viaje que Sota, de formación británica, hace a la sociedad americana. Como va aprendiendo a conocer al país y, al final, tenía “Estados Unidos dentro de sus huesos”. Es, quizá, la mejor crónica, de cómo la pequeña comunidad vasca exiliada en Nueva York va asimilando una nueva forma de vida, tan práctica, tan democrática.



Manu Sota se convirtió además en una especie de asesor de “lo vasco” (para ser exactos, de la identidad democrática vasca) en los años de la II Guerra Mundial. Así que colaboró en el libro juvenil White Stars of Freedom  de Mirim Isasi y Mercena Burns Deny, la historia de un joven pastor vasco que, tras nacionalizarse, ingresa en el Ejérciito americano[9]. La obra, que llegó a ser recomendada por Eleanore Roosevelt, tuvo un gran eco en los años de la II Guerra Mundial(San Diego Union, 1942-11-15).
Sin embargo, donde la mano de Sota está más clara es el la novela de Nea Colton, The Rivers are Frozen[10], que toma su título de una vieja canción vasca: “Goiko mendijan edurra dago/errekandian izotza” (Hay nieve en lo alto del monte, los riachuelos estás helados). Nea Colton dedicó la novela, que es un retrato magnifico de la comunidad vasca de Nueva York en los primeros 1940, a su madre y al propio Manu de la Sota, “en gratitud por su ayuda”.

Notas bibliográficas de J. Bilbao

El 28 de marzo de  1938, llegaba a Nueva York a bordo del Borinquen procedente de San Juan de Puerto Rico Jon Bilbao Azkarreta . Se había exiliado en 1937 y, al haber nacido en Cayey, donde tenía familia, intentó sin éxito ingresar en la Universidad de Puerto Rico (a donde había llegado en septiembre de 1937). Se había licenciado en Letras por la Universidad Central de Madrid. Al estallar la guerra, se encontraba haciendo el servicio militar en la Escuela de Complemento de Garellano. Poco después, se fue como voluntario para cubrir las bajas del Ejército (republicano), Después, al frente de Amurrio y, luego, al formarse en Ejército vasco, entró en la unidad de Zapadores con el grado de capitán. Caído Bilbao, logró salir desde Zierbena, llegando a Bayona. Ingresó en la Universidad de Columbia donde tuvo como profesores a Tomás Navarro Tomás o a Federico Onis, graduándose en Estudios Hispánicos en mayo de 1939. Pero ocurrió algo más. Gracias a Federico Onis, con quien mantuvo relación hasta su muerte, comenzó a interesarse por la bibliografía. Se iba a convertir en el padre de la bibliografía de estudios vascos. Años más tarde escribió: “Mi técnica bibliográfica viene a ser la misma que usaba don Federico. La clasificación en materias se basa en la usada por la Biblioteca de del congreso de Washington con algunas aportaciones de la Biblioteca Pública de Nueva York”[11].
Entre 1939 y 1940, fue subdelegado del Gobierno vasco en Boise. Tras la ocupación de Francia y ante la falta de fondos, ingresó en la Universidad de California-Berkeley donde, además de los estudios hispánicos, siguió con la bibliografía de estudios vascos. Comenzó a ejercer la docencia en el Instituto de Lingüistica de South Carolina hasta que el presidente Aguirre le pidió que se trasladase a Nueva York.
En 1942, regresó a Nueva York, ingresando como profesor en la New York University (1942-1944), al mismo tiempo que colaboraba con la Delegación del Gobierno Vasco. En este periodo, fue editor asociado de la Revista Belga, primero, y de Ambos Mundos, más tarde.

J. G. Mayaud y Luis J. Navascués


Un hombre destacado del exilio vasco en Nueva York fue Luis Jesús Navascués. Nacido en Tafalla, Nafarroa, hacia 1910. Realizó sus estudios en Madrid donde se inscribió en la Agrupación de Estudiantes Vascos. A terminar, ingresó como funcionario en el Ministerio de Comercio. En 1933, se casó en Madrid con Nancy Howard. Los dos hijos mayores nacieron en la maternidad americano-británica de Madrid  (British American Nursing Home). El segundo de los hijos, Miguel, nació en plena guerra, el 19 de agosto de 1936. La madre y los hijos pudieron ser evacuados  instalándose en Brooklyn, de donde era natural Nancy. Finalmente, en 1938, Navascués  se exilió desde Suecia (donde había sido agregado comercial), llegando a Nueva York el 3 de marzo de aquel año.
En 1939, comenzó a trabajar en el departamento de Lenguas Romances de Franklyn & Marshall College, en Lancaster, Pennsylvania, uno de los centros más antiguos y prestigiosos de Estados Unidos. En 1942, se incorporó a la New York University, comenzando su colaboración con la Delegación Vasca. Fue director de la Revista Belga para América Latina hasta 1945, con Jon Bilbao como subdirector. Posteriormente, dirigió Ambos Mundos hasta 1947. En 1948, regresó a Lancaster, trabajando durante años en el Departamento de Lenguas Romance.
El presidente vasco, José Antonio Aguirre logró ponerse a salvo en América tras atravesar la Europa ocupada por los nazis, pasando por Berlín. La noticia del la odisea del lehendakari había conmovido a la opinión americana. El diario socialista argentino La Vanguardia llegó a definirle como “símbolo del espíritu de lucha del pueblo vasco”. En aquellos días, dos exiliados, Andrés de Irujo y Ollo e Ixaka López de Mendizábal, con apoyo del delegado vasco, Ramón María de Aldasoro, y del impresor Sebastián de Amorrortu –primer impresor de Sabino de Arana- ultimaban los preparativos de la puesta en marcha de una editorial vasca que se llamará Ekin (hacer).
Discutían Irujo y López Mendizábal sobre la línea que debía seguir la editorial. Mientras que el primero se inclinaba por los temas políticos y jurídicos, el segundo, lo hacía por una opción más culturalistas. Por otro lado, Irujo pensaba que las personalidades vascas que había llegado al exilio debían contar sus experiencias. La llegada a Buenos Aires de Aguirre resolvió la cuestión: un editor se encargaría de unos temas, y el segundo, de los otros. El inquieto Irujo logra convencer a Aguirre y éste se pone inmediatamente a escribir. En los días que pasa a bordo del “Uruguay”, rumbo a Nueva York, tiene casi lista la primera redacción del manuscrito. El día 30 de diciembre de 1941, escribe a Manuel de Irujo, exiliado en Londres que ya lo había terminado[12]. Sin embargo, Aguirre decide añadir un capítulo “El Mensaje de Guernica a las Américas”. Por fin, el 20 de mayo de 1942, finalizaba la redacción de De Guernica a Nueva York pasando por Berlín.
El 1 de Septiembre de 1943, Andrés de Irujo escribía a Aguirre para comunicarle las últimas noticias sobre su libro:

“...comunicarte que DE GUERNICA A NUEVA YORK PASANDO POR BERLIN está en planchas para proceder a su tirada, después de haber sido el original sometido a las censuras más rigurosas.
Hablando de la hora podemos asegurarte un éxito rotundo. Hasta ahora, dos editoriales tenemos comprometidas para la distribución y una organización particular de ventas para la capital, además de nuestra organización propia que llega a todos los países de América, con excepción de Canadá, Ecuador y las Guayanas, y a tres países de Europa, Portugal, Irlanda e Inglaterra[13]”.

El 15 de septiembre de 1943, la editorial vasca Ekin de Buenos Aires publicó la primera edición de De Guernica a Nueva York pasando por Berlín. Fue un trabajo primoroso y, hoy, una auténtica pieza de bibliófilo[14]. De ella, se encargó personalmente Sebastián de Amorrortu. Vigiló la composición y el montaje, corrigió las pruebas y siguió de cerca la encuadernación- El éxito del libro es fulminante lo que, por otro lado, daba la razón a Andrés de Irujo. La tirada, de 5000 ejemplares,  se agota rápidamente y, así, la segunda edición en castellano –como algunas pequeñas correcciones- aparece el 14 de febrero de 1944.  De esta se hizo una tirada de 3.000 ejemplares[15].
El éxito de la edición en castellana hizo que los colaboradores de José Antonio de Aguirre en Nueva York y, en especial, la escritura judía Nea Colton, piensan en una edición inglesa para Estados Unidos. Esta última consigue que la Editorial Mac Millan –la misma que, por ejemplo, publicó Lo que el viento se llevó (Gone with the wind)- se interesa por el manuscrito. De la traducción se encarga la esposa de Luis Navascués, mientras que Nea Colton se encarga de darle “forma editorial”. Se elige un título contundente: Escape via Berlin.



La traducción y encontrar el tono necesario no estuvo exenta de dificultades. Tantas que Aguirre había llegado a perder las esperanzas de que finalmente se pudiese publicar en inglés al considerar que el texto iba perdiendo actualidad:

“Las traducciones son muy difíciles, nos han llevado mucho tiempo y no han sido concluidas hasta hace un mes, y por añadidura no estoy satisfecho[16]”.

Los temores del Lehendakari no se cumplieron. También en este caso, los más influyentes medios de comunicación de Estados Unidos se hacen eco del libro: The New York Times, New York Herald Tribune, The New York Post, The New York Sun, Harper’s Magazine, The New Centinel (Knoxville, Texas), The San Francisco Chronicle,… revistas como la católica America –que, durante la guerra civil, había sido uno de los principales baluartes del bando franquista en Estados Unidos-, The Christian Science Monitor (Boston), The Saturday Review of Literature, New Yorker,... Destacan, asi mismo, firmas como las de Henry B. Kranza, Roland Kilbon, Geral V. Jonson, Clip Butel, Francis Hackett, Bertrand D. Wolf, el jesuita John La Fargue y, especialmente, Jay Allen, un periodista pro republicano que había sido corresponsal durante la guerra civil y que, en 1938, había asesorado a la Delegación vasca de Nueva York. Casi inmediatamente aparece una edición iglesia británica con el título Freedom was flesh and blood, tomado de un versos del poema épico del escritor británico C.Day-Lewis, publicada en Londres por Víctor Gollancz, el editor de, entre otros, de Orwell y de la célebre colección Left Book Club.
The New York Times llegó a publicar dos artículos sobre el libro escritos por Hackett, uno, y Wolfe, el otro. A Francis Hackett le llama atención su postura ante la Iglesia : “This Basque is honest about the conflict between the Church in Spain and the Chrch Universal. (…) His book is a democratic document. (…) The Tree of Gernika is a tree of life” (“Este vasco es honesto sobre el conflicto entre la Iglesia en España y la Iglesia universal. (...) Su libros es un documento democrático. (...) El Árbol de Gernika es un árbol de libertad”)[17]. Beltran D. Wolfe se refiere a Aguirre “como líder de los católicos vascos” y asegura que, “como defensor de la unidad Panamericana tiene algunas sugestiones que hacer a nuestro Departamento de Estado[18]”.
El éxito de ventas de la versión inglesa del libro de Aguirre, permitió al presidente vasco vivir de forma un poco más desahogada. En una carta de Julio de Jáuregui, se refería a esta cuestión:

                                                                                   “Supongo que le gustará saber que el libro de Aguirre, ‘De Guernica a Nueva York, pasando por  Berlín’, ha sido editado con gran éxito de ventas por una importante casa editora de Nueva York, y que este mes lo editará otra en francés en Canadá y que el mes que viene se editará en Londres. Celebraría que José Antonio que nunca se ha preocupado de asuntos económicos propios, se encontrara con muy buenos ingresos, por el éxito justo y merecido del libro[19]”.
                                                                                 
Se hicieron cinco ediciones en inglés: dos en Estados Unidos, la primera, aparecida en noviembre de 1944, titulada Escape Via Berlin (New York: Mac Millan) y otra, en Gran Bretaña, bajo el nombre Freedom was flesh and blood cuya primera edición salió a la venta en mayo de 1945 dentro de la oferta del Left Book Club y, poco después, una edición comercial. La primera edición americana, para sorpresa de todos, incluida la casa editorial, se agotó rápidamente, lo que dio lugar a una segunda edición[20]. El 1991, la Universidad de Nevada (Basque Series) publicaba una nueva edición de Escape Via Berlin, con una introducción y anotaciones del profesor Robert P. Clark[21].




[1] Carlos Sáenz de la Calzada, “Educación y pedagogía”, en José Luis Abellán (dr),  El Exilio español de 1939 Vo.3, Madrid (1976): Taurus, pp.227-229.
[2] Vicente Llores, “La emigración republicana de 1939”, en José Luis Abellán (dr), Opus cit. Vol.1, pp. 199-200.
[3] José Antonio Arana-Martija, Eresoinka. Embajada cultural vasca 1937-1939, Vitoria-Gasteiz (1986). Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco.
[4] Koldo San Sebastián , Opus cit. pp.70-71.
[5] Carta de Ramón de la Sota a Antón de Irala, Nueva York, 6-IV-1939.
[6] Carta de Ramón de la Sota a Antón de Irala, Nueva York, 18-IV-1939.
[7] Carta de Manu de la Sota a Manuel de Irujo, New York, 18-II-1941.
[8] Manuel de la Sota, Yanqui hirsutus, Buenos Aires (1949): Sudamericana.
[9] Isasi & Denny, White Stars of Freedom, New York (1942): The Junior Literary Guild.
[10] Nea Colton, The Rivers are Frozen , New York (1942): Coward-Mc Cann.
[11] Jon Bilbao, Bibliografía, en Primer Congreso General de Historia de Navarra. I. Ponencias. Anejo 6-1987, pp.58-59.
[12] Carta de José Antonio de Aguirre a Manuel de Irujo, Nueva York, 30-XII-1941.
[13] Carta de Andrés M. de Irujo a José Antonio de Aguirre, Buenos Aires, 1-IX-1940. GV 133-1.
[14] De esta, se hizo una tirada de cien ejemplares en papel especial para regalos del autor (Carta de Andrés de Irujo a José Antonio de Aguirre, Buenos Aires, 3-III- 1944. AI 142-1).
[15] Carta de Andrés M. de Irujo a Manuel de Irujo, Buenos Aires, 11-XII-1943.
[16] Carta de José Antonio de Aguirre a Manuel de Irujo, New York, 1-II-1944 GE 467-1
[17] The New York Times, Saturday, November, 11, 1944.
[18] Bertram D.Wolfe, “Basque Spokesman”, The New York Times Book Review, Sunday, 19-XI-1944.
[19] Carta de Julio de Jáuregui a Francisco de Arregui, México, 23-XI-1944.
[20] Carta de Antón de Irala a José Ignacio Lizaso, New York, 24-I-1945 GE 469-1.
[21] Koldo San Sebastián, “’Escape via Berlin’, de José Antonio Aguirre, reeditada en Estados Unidos”, Deia, 26-I-1992.